Edificio España

Me sentí defraudado al ver el documental, cuya visión en los cines Renoir se vendió, o yo lo interpreté al menos, como un interesante ejercicio arquitectónico en el que, además de la presencia del director, se iba a contar con la de un arquitecto responsable de la obra. Nada más alejado de la realidad. Uno puede imaginarse perfectamente la idea del director. Las palabras "un emblemático inmueble de Madrid que en tiempos del franquismo fue símbolo de prosperidad", que incluso ilustran esta entrada, son las que motivan la película, esa especie de metáfora sobre un puñado de representantes de la aldea global que demuelen a mazazo límpio ese hipotético símbolo. Nada que ver con la arquitectura, y por supuesto, una absoluta falta de respeto a un elemento material, estéticamente muy interesante, y despojado de cualquier connotación. Muchos se empeñan, casi a nivel genético, en relacionar edificios y esculturas no con la época en que fueron realizados, sino con el signo político que dominara por aquel entonces, en un ejercicio absurdo que no tiene nada que ver ni con la arquitectura ni con el arte. Apenas aparece el edificio, y nada se nos cuenta sobre él. Dos horas tediosas, rodadas con una cámara barata con pretensiones de títulos como "el resplandor" (por lo de seguir a los personajes por el pasillo), en planos que parecían realizados adrede para que se vislumbrara lo mínimo posible del entorno. "Lo mismo podría estar rodado ahí que en un centro comercial de Albacete", comentó nuestra vecina de butaca. No tengo nada contra las películas en los que el componente humano tenga la relevancia que se le ha querido dar aquí, pero por favor, que no se nos venda como otra cosa. Cuando quiera divertirme con las peripecias de un vigilante jurado que se pierde por los pasillos, o con un oficial que aprovecha la presencia de la cámara para darnos su visión del mundo, ya buscaré otro título.